Las imágenes capturadas en el instante decisivo son una manifestación de mis emociones, fruto de la experiencia que vive en el ahora. En este proceso, empleo la materia prima de mis recuerdos, esos fragmentos del pasado que emergen y dan forma a mi visión del presente. La memoria, por sí misma, es un viaje hacia el pasado, mientras que la creatividad se convierte en la respuesta, el eco de lo que siento en ese momento peculiar. Así, se entrelazan el tiempo y la luz, donde cada destello y sombra reflejan una narrativa única.
Me atrevo a afirmar que, aunque la luz influye notablemente en la composición visual, el tiempo es, en realidad, el hilo conductor de esta obra. Es el tiempo el que permite que cada imagen sea una extensión del día vivido, de la emoción palpitante de un segundo que se convierte en eternidad al ser capturado. Cada fotografía es, por ende, un diálogo entre el pasado y el presente, un intento de entender cómo ambos se funden y coexisten en el marco de una experiencia compartida. Así, cada toma es no solo un recuerdo, sino una celebración del instante.