Un fallo siempre es un fallo

Un fallo siempre es un fallo

 16 de octubre de 2016

Un fallo siempre es un fallo. Es una máxima que se repite allá donde he tenido oportunidad de ser testigo o bien partícipe de un jurado en un certamen fotográfico. Y ciertamente todo fallo es subjetivo y variará de un jurado a otro, incluso de un día a otro o de si es antes o después de comer. Aunque se trate de un acto tan subjetivo, también es cierto que el concurso, o cualquier certamen de índole similar, cumple mayormente la labor de mantener la motivación del fotógrafo aficionado; una motivación para superarse técnica e intelectualmente. Un acicate que de no mantenerse actualizado podría llevar al abandono de la actividad con el tiempo.

Asimismo es una oportunidad de compartir con otros fotógrafos una actividad a menudo practicada en solitario. A través de las asociaciones se amplía un vínculo social y se dispone de un lugar de aprendizaje. No es preciso que cada uno haya de inventar la rueda con sus recursos disponibles. Hasta la irrupción de Internet también era la manera de comparar las capacidades de los fotógrafos de un colectivo o entre diversos colectivos. El concepto de salones artísticos de las academias del milenio pasado extendido hasta nuestros días.

La llegada de lo digital y la simplificación de la curva de aprendizaje de la técnica, probablemente haya atraído a nuevos miembros hacia las agrupaciones fotográficas, inmersas en pleno proceso de adaptación a los cambios tecnológicos. También haya podido suponer un cierto cambio, una cierta renovación de los temas, los estilos; siempre y cuando hayan podido sobrevivir a los guardianes de la ortodoxia que siempre hay en toda organización.

Las posibilidades de trabajo sobre el archivo de los programas de edición facilitó el recurso de la espectacularidad como un elemento diferenciador para el autor, y especialmente en la expansión del fotomontaje como técnica. Hay autores que bien pueden decir que han creado una escuela visual.

Por otro lado, la visualización in situ de la imagen permitió la exploración de nuevos temas, de imágenes que con medios analógicos quizás no se hubieran previsualizado. Los temas se amplian y el autor puede diferenciarse más claramente del resto, tener su propio imaginario.

Sin embargo, la implantación de las redes sociales basadas en la imagen, propiciaron la propagación de nuevos referentes, nuevos “maestros”. Se produce una desvinculación del conocimiento acumulado en el contexto local a favor de un contexto global de mayorías. Una variante cultural del sempiterno proceso de concentración en unos pocos operadores que se ha producido en todos los ordenes de la vida social y económica. Porque como toda actividad, ésta también tiene una vertiente económica. 

Al mismo tiempo, el sistema del "me gusta" educaban el gusto por determinado tipo de imágenes, temas y técnicas. Ya hubieran querido los guardianes locales de la ortodoxia tanta aceptación voluntaria. Todo ello conforma un imaginario colectivo cada vez más homogéneo, espejo de nuestro tiempo histórico de globalización, no ya económica, sino también cultural.

Justo cuando la fotografía había encontrado una oportunidad para la libre exploración, para un crecimiento sin las limitaciones técnicas y económicas que presentaba lo analógico, justo cuando solo el ojo - mente del fotógrafo permite desvelar una realidad oculta hasta ese momento, optamos por sometemos a la homogeneización vía "me gusta" de las redes. Una autocensura del mismo tipo con la que nos autocensuramos en tantos otros aspectos. Todo sea para atraer la atención, que es el nuevo objeto de mercadeo.

Con todo, la labor formativa de las agrupaciones tiene la capacidad, de la que carece la votación popular de las redes sociales, de ampliar el conocimiento de sus miembros. Los mentores de dichas agrupaciones tienen la oportunidad de ampliar los horizontes, de promover la experimentación, la búsqueda de nuevas imágenes desde la propia experiencia personal, sin exclusiones, desarrollando una labor formativa, lo más neutral posible, que permita el desarrollo individual fuera de la corriente general. Aunque a dicho fin se ajusta quizás mejor la exposición colectiva que el concurso. El concurso presupone disponer de un carácter competitivo, cuando la única competición, de haber alguna, es contra nuestras perezas. La posibilidad de exponer públicamente no debería ser un reconocimiento, sino una posibilidad de todo miembro del colectivo. Una ganancia para todo el colectivo. Una riqueza colectiva a compartir. 

Por otro lado, la figura del ganador de un concurso propicia ajustarse a determinados patrones visuales y temas que entendemos que serán del agrado de los jurados y con el fin de lograr el reconocimiento, lo que conlleva igualmente a la homogeneización del bagaje visual. Demasiados catálogos replicando las imágenes ganadoras de ediciones previas o de otros certámenes. 

El concurso no es más que una versión previa del “populismo de las redes", de apostar por lo que gusta y opuesta de las posibles aportaciones positivas que podrían desempeñar las agrupaciones. En mi opinión el concurso no tiene posibilidad de competir en estos términos, siendo el balance claramente favorable a las redes sociales. Tienen mayor caja de resonancia y la recompensa emocional es más probable, aunque sea interesada, e inmediata. Es difícil resistirse.

Por último la Internet se va llenando de tutoriales, de información de todo tipo,  en formato escrito y visual, que son fuente fiable de conocimiento formal y que van ganándole terreno formativo a las agrupaciones.

Entonces que espacio le resta a las agrupaciones. ¿Se han convertido en otra actividad en vías extinción? ¿Una más víctima de los tiempos que vivimos? Es una posibilidad. La otra es reconocer la situación y aceptar el campo de juego para desplegar todas las capacidades y perder el menor terreno posible. Tal vez una posibilidad sería propiciar y fomentar la libertad creativa, el debate, el análisis formal y la crítica fotográfica a la hora de determinar la virtudes de esas imágenes, eso modelos visuales "ganadores". La finalidad sería fomentar la variedad dentro de un marco formal, objetivo. Cultivar la variedad, el desarrollo de la creatividad, el conocimiento, al tiempo que la capacidad crítica y la oportunidad de desarrollarse para todos sus miembros.

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