Dos liebres
27 de julio de 2016
"El que persigue dos liebres,
no coge a ninguna de las dos"
Máxima latina
Es la decisión que hay que tomar tarde o temprano para evitar la dispersión. Se podría haber utilizado otro refrán: el que mucho abarca, poco aprieta. Siempre se trató de tomar decisiones; qué encuadrar, además de qué velocidad, qué cantidad de luz y cuándo obturar. Perseverar no es incongruente con el concepto del asombro, ni un rechazo a los cambios que ha experimentado la fotografía. Pero tras un periodo inicial de aprendizaje de la técnica, a través de diversas temáticas, es imprescindible aceptar que no podemos abarcarlo todo, ni profundizar en todos los temas, por lo que es necesario tomar decisiones. Salvo que se trate de una actividad profesional donde es preciso saber un poco o un mucho de todo. Pero en el caso de practicarse como un medio de expresión personal, es una decisión que no conviene postergar.
Delimitar nuestra área de interés es fundamental, so pena de acabar dedicando nuestro tiempo a apoyar propósitos ajenos. El tiempo es un bien limitado, nuestro recurso más preciado. Por eso es tan importante reconocer por qué y para qué fotografiamos. Y después, concentrar todo nuestro tiempo y atención en ese propósito. Esta decisión se verá reflejada en la consistencia y profundidad de la obra. Y la consistencia será mayor en cuanto se tome la decisión en base al sincero análisis del por qué y el para qué.
Ello no implica imponerse ninguna clase de limitaciones; hay que dejar espacio a la creatividad, a descubrimientos, a campos inexplorados. No ha de ser excluyente, pero si nos planteamos profundizar, es necesario dejar fuera del encuadre el resto de posibilidades no relacionadas. Siempre cabe decidir desarrollar una nueva área, pero mientras trabajamos en una, tal vez sería una buena idea prestar la mayor dedicación a esa área. Adicionalmente, dentro de un campo de la fotografía hay suficientes temas como para abarcar un trabajo de muchos años.